Hamas masacró a más de 1300 israelíes el 7 de octubre, y no faltaron las voces que llamaron justicia a la barbarie cometida. Las imágenes de gazaties festinando la exhibición de cuerpos de jóvenes ultrajadas, torturadas y muertas, al parecer también estaban dentro de la justicia debida. Funcionarios de las ONU que vivían en Gaza, que ayudaron en el ataque contra Israel, hicieron selfies mientras una joven era secuestrada en una motocicleta. Supongamos que también era por justicia.
La respuesta de Israel fue la que es de esperar frente a semejante ataque. En prevención de este, se lanzaron panfletos desde el aire en la parte norte de Gaza y Kan Younis, advirtiendo que un operativo militar estaba por comenzar. Se enviaron 5,5 millones de mensajes de texto a la población, advirtiendo de las acciones. Sin embargo, los justicieros de siempre, ya hablaban de genocidio, de matanzas de niños y mujeres, de ataques a instalaciones de la ONU; de la tragedia que esta “cárcel al aire libre” estaba sufriendo. De nada servía exponer el crecimiento de la población de Gaza desde 2007, para demostrar que tal genocidio nunca ha existió; y que la “cárcel al aire libre”, tenía un parque acuático llamado Crazy Water Aqua Fun Park.
Pero los justicieros de siempre, perdieron el habla para exigir la liberación de los rehenes (130 aun); sordos para escuchar el testimonio de la abogada Amit Soussana, brutalmente vejada y torturada durante meses, o el de Farideh Karimi, que preside la Organización de Derechos Humanos de la Mujer, que ha expuesto las constantes violaciones a los derechos de la mujer en Irán.
Durante esta guerra Israel se ha defendido de constantes ataques desde Gaza, Yemen, Siria, El Líbano, Irak e Irán. Los costos de las guerras son brutales y conllevan tragedias imposibles de dimensionar desde una perspectiva actual. Sin embargo, por mucho que incomode, no fue Israel quien comenzó esta guerra. Los antecedentes recabados por fuentes del Parlamento Europeo (difícilmente pro-israelíes) indican que hubo años de preparación para el ataque del 7 de octubre, y de engaño en el uso de fondos humanitarios, para construir túneles bajo hospitales, escuelas y edificios civiles.
La semana pasada un misil, aparentemente lanzado desde un avión, alcanzo con precisión quirúrgica, el consulado iraní en Damasco, hiriendo de muerte a quien habría sido el jefe máximo de la Guardia Revolucionaria Iraní. Ya con anterioridad, en enero, hubo un ataque similar, también en Siria, donde murieron altos oficiales del mismo cuerpo de elite Iraní. Las “reacciones” internacionales no se hicieron esperar, condenando las acciones de Israel en Siria. Demás esta decir, que las razones de la presencia de oficiales iraníes de tan alto grado, no se cuestionó.
El ataque de hoy es una respuesta de Irán a las acciones de defensa israelíes, y volvemos a escuchar a aquellos plañideros – personas pagadas para llorar en los velorios – decir que Israel se lo tiene merecido por las acciones de guerra en Gaza y otros lugares, sin que por asomo levanten la voz para exigir la liberación de cientos de mujeres encarceladas en Teherán, por no respetar la obligación de llevar hiyab (velo); tampoco se les escucha condenar la lapidación (muerte a piedrazos) de mujeres que según la ley islámica son adulteras; y ciertamente que tampoco les parece importar el accionar inhumano de aquellos “agentes de dialogo” iraníes conocidos como Policía Moral que vela, a palos, por el uso del Hyyab en espacios públicos y privados.
Irán es un estado que nutre, impulsa y auspicia la aniquilación de Israel, y hoy decidió “salir del closet” para comunicarle al mundo, que acepta sin reparos su rol patrocinador de Hamas en la masacre del 7 de octubre; su apoyo sin límites a Hezbollah, su apoyo a los houties en Yemen, y su alianza con dictaduras como la de Venezuela para llevar a cabo sus objetivos.
Probablemente en los próximas semanas o meses habrá una respuesta de Israel a Irán; con seguridad oiremos expresiones de “profunda preocupación” para referirse a la violencia de la respuesta israelí. Veremos una vez más esa compunción, propia del relativismo cultural, que es experta en condenar la violencia que no llega a la puerta de nuestras casas, pero que dado que es de buen-ver, condena sin demora las acciones de defensa de Israel.
Cual sería nuestra reacción como sociedad, si a nuestras tierras llegaran terroristas dispuestos a secuestrar, matar y descuartizar personas, todos los días, a plena luz del día; a atacar a nuestras fuerzas de orden y matarlos frente a sus familias; a someter a barrios al miedo y la inseguridad. De seguro, no aceptaríamos juicios de nadie, pues la violencia estaría en nuestras veredas y no en la de quienes nos condenasen. Gracias a Dios, estamos lejos de esa realidad
Por Miguel Papic, Presidente de la Fundación Libertad Humana, para El Dínamo (13 de abril de 2024)
Imágenes: AL-Monitor, Copilot y Deutshland.de