Por Miguel Papic, para Noticias y Perfil (9 de mayo de 2024).- La distinción entre lo físico y lo digital es cada día más borrosa. La realidad es tanto física como digital. Es “phygital”. Pero no solo en cuanto a la interacción simultánea que se da entre el espacio virtual y el presencial; también está redefiniendo cómo procesamos y comprendemos la realidad.
Existe una transformación profunda en cómo se construye el del pensamiento humano, que es provocada por el procesamiento algorítmico de datos. Este cambio ha alterado la forma en que experimentamos los sentidos y también ha alterado nuestras nociones de memoria y predicción, de riesgo y oportunidad.
La inteligencia artificial (IA) y los algoritmos son además de herramientas, verdaderos arquitectos de una nueva realidad, donde nosotros somos albañiles que aportamos datos. Pero además nuestra creciente dependencia de estos sistemas está forjando un espacio en el que la realidad física y la digital se entrelazan de manera inextricable.
Puede que aún no nos cueste lograr la distinción entre un caballo real y uno digital. Pero más difuso aún es discernir, cuál de las dos realidades es la que más felices nos hace, la que nos parece más “real”. El mejor ejemplo es lo que ocurre en los videogames o el simple acto mediante el cual ponemos un filtro en una foto en una red para sentirnos más parecidos a lo que creemos ser.
Pero esto no es sólo privativo de los juegos o las redes. Ya existen fechas regulares en el hipódromo virtual que Game of Silks, un simulador de carreras de caballos en el metaverso. Este proyecto no sólo replica eventos deportivos del mundo real en el metaverso, sino que también crea caballos gemelos digitales de caballos de carreras reales, ofreciendo una experiencia de juego inmersiva que borra las líneas entre lo físico y lo digital.
Silks ha creado más de 17.500 gemelos digitales de caballos de carreras reales. Este caso ejemplifica cómo blockchain y los NFT pueden transformar la experiencia deportiva, ampliando el acceso a la propiedad y participación, permitiendo que una audiencia más amplia experimente una afición.
Esto refleja un cambio significativo en cómo entendemos y participamos en las actividades recreativas y deportivas.
Este cambio expande las fronteras de lo que consideramos “real”,
Un muro de Berlín digital en China. Hay una dimensión más próxima. La web se ha convertido en ese lugar al que acudimos para hacer y decir cosas que no pueden hacer ni decir en la vida real.
¿Esto realmente nos refleja como especie? Pensemos en las noticias. Una ministra del actual gobierno del presidente Milei lo dijo con claridad: las noticias están en X (Twitter) y al verlas, creemos “saber” lo que está pasando.
Pero los algoritmos que impulsan ese suministro de noticias son como border collies (los mejores perros pastores), que nos llevan sin descanso a ver, y oír más de aquello en lo que buscamos. ¿Por qué en vez de ver una serie capitulo a capitulo, vemos 5 o más de una sentada? Lo que nos ocurre es que somos guiados a unos corrales informativos cada vez más pequeños.
Cuando buscamos un poco, ahí están las historias relevantes. De alguna manera si nos “descarriamos”, como la oveja, y salimos de ese corral algorítmico imaginario, nos enteramos de lo demás.
Pero hay lugares en los que ese corral es un verdadero muro digital. En China el “muro digital” se ha endurecido y se ha convertido en un arma. La mayoría de los chinos no pueden acceder a los 4.000 sitios web más importantes del mundo. Si lo intentan, la IA detecta su comportamiento y ajusta el muro digital a su alrededor, haciendo imposible comprar un boleto de avión, un billete de tren o incluso comida. El muro digital se convierte en real, y se percibe como una prisión digital.
El impacto de la IA en la censura y el control de la información es aún más pronunciado en lugares como China, Rusia, Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, donde el “muro digital” se ha convertido en una herramienta de control estatal. Este ejemplo muestra cómo la tecnología digital, lejos de ser neutral, puede ser utilizada para reforzar estructuras de poder y control.
El espacio digital es dinámico y complejo. Luciana Parisi (Duke University) ilustra este cambio, describiendo el espacio digital como una “estructura de relaciones en evolución”. La cuadrícula ha dado paso a una superficie topológica que se transforma constantemente. En este paisaje en constante cambio, la importancia ya no reside en los datos individuales, sino en las relaciones y conexiones entre ellos.
La implicación de este cambio es profunda. En un mundo donde la realidad físico/digital se convierte en la norma, la forma en que pensamos y tomamos decisiones debe adaptarse.
Nuestro enfoque en el análisis de datos y la toma de decisiones no puede ser meramente cuantitativo; debe incorporar una comprensión de la naturaleza fluida y relacional de estos datos.
Este enfoque, integral y evolutivo, es crucial para comprender nuestro lugar en él, las normas que nos deben regir, el orden que esperamos alcanzar, y una oportunidad para reflexionar sobre la idea de crecimiento y progreso que queremos tener. La libertad está al centro de este debate. Vale la pena entonces, tomarlo con realismo.