La reciente demanda presentada por el The New York Times (NYT) contra Microsoft y OpenAI, alegando violación de derechos de autor por tecnologías de IA, enciende un debate que va mucho más allá del ámbito legal.
Este enfrentamiento entre la tradicional publicación de noticias y las tecnologías emergentes de IA plantea preguntas fundamentales sobre la difusión del conocimiento, el papel de la IA en la formación del discurso público y la evolución de la era digital.
1.Desintermediación del conocimiento y contribución social: La demanda pasa por alto el papel transformador de la IA en democratizar el acceso a la información. A diferencia de fuentes de noticias tradicionales como el NYT, plataformas de IA como OpenAI facilitan un acceso más directo, no mediado, e inclusivo al conocimiento.
En una era donde la información es la piedra angular del avance social, el papel de la IA en destilar y difundir el conocimiento no puede subestimarse. Es crucial reconocer el valor social de hacer la información más accesible y comprensible para un público más amplio, más allá de las limitaciones de los modelos de medios tradicionales.
2.Tokenización del mensaje y consideraciones económicas: La postura del NYT sugiere un enfoque proteccionista hacia la información, hablando de una forma de “tokenización”, donde cada uso de palabras o ideas se monetiza. Esta perspectiva ignora el hecho de que el valor de la información no reside únicamente en su creación inicial, sino también en su posterior difusión e interpretación.
En la era digital, donde el contenido a menudo se convierte en parte de un ecosistema más amplio, la noción de pagar por cada interacción del uso de la información parece tanto impráctica como contraproducente para la proliferación del conocimiento.
3.Propiedad de la cadena de valor y preocupaciones de calidad: El enfoque del NYT implica un deseo de controlar no solo la creación sino también el uso subsiguiente de su contenido. Si bien es loable esforzarse por la calidad en el periodismo, esta posición plantea preocupaciones sobre monopolizar el flujo de información. Además, la calidad del contenido en sí, si es deficiente, puede afectar negativamente la calidad de la capacitación de la IA, lo que lleva a una reducción en la eficacia de estas herramientas de IA. El enfoque debería estar en esfuerzos colaborativos para mejorar tanto la calidad del periodismo como los resultados de la IA, en lugar de restringir el uso del contenido.
4. Analogía comparativa con productores de leche y fabricantes de yogur: Para trazar un paralelo, considere la relación entre los productores de leche y los fabricantes de yogur. Si un granjero lechero demandara a las empresas de yogur por usar su leche, a pesar de haberla comprado de manera justa, parecería irrazonable. La leche, una vez vendida, entra en un mercado más amplio de productos derivados, agregando valor en varias formas.
Del mismo modo, una vez que la información se publica y entra en el dominio público, su uso en formas derivadas como contenido generado por IA debería verse como una extensión de su utilidad, no como una violación de su propósito original.
5.Negocios tradicionales vs. avance tecnológico: La demanda del NYT puede verse como un intento de preservar un modelo de negocio tradicional frente al rápido avance tecnológico. Esta postura recuerda casos históricos, como los cosechadores de hielo de la década de 1860 que enfrentaron la obsolescencia con la llegada de la tecnología de refrigeración. En lugar de resistir al cambio, hay una oportunidad para que los medios tradicionales se adapten e innoven, integrando la IA y otros avances digitales para mejorar sus ofertas y alcance.
La demanda del NYT contra Microsoft y OpenAI abre un diálogo crítico sobre la intersección de la IA, el periodismo y la propiedad intelectual. Si bien la protección del contenido original es una preocupación legítima, es esencial equilibrar esto con la necesidad social más amplia de información accesible y democratizada.
La IA, en su capacidad para difundir el conocimiento de manera amplia y eficiente, representa no solo un avance tecnológico sino un cambio de paradigma potencial en cómo accedemos y nos involucramos con la información.
El camino a seguir debe ser uno de colaboración y adaptación, abrazando las posibilidades que ofrece la IA mientras se mantienen los principios de periodismo de calidad y uso justo de la información.
Por Miguel Papic, para Perfil